El amasijo de 1955, las delicias navideñas en Boyacá


Era una madrugada fría, la brisa que se expandía en los campos del Espino, Boyacá cubría toda la vegetación y los techos de paja de las viviendas de muchos campesinos que con flores coloridas ambientaban los rincones de cada hogar.
Con el sol de la mañana las hojas del pino de navidad deslumbraban con su verde natural que había sido ubicado internamente en la casa de barro, de una familia humilde y trabajadora.
Los espacios de la casa inundados de flores naturales fueron el adorno principal del pino navideño, que ilumino el día sábado 24 de diciembre de 1955.
Entre las ramas y en medio de gallinas se encontraba Arcenio Buitrago un hijo que rodeado de mujeres observaba detenidamente el inicio de un día único que prometía reunión familiar y comida exquisita.
En cuestión de minutos el niño de siete años debía estar presentado con su mejor traje en la salida de su casa; por que la oración y la asistencia a la misa eran rutina del día navideño mas importante del país.
Caminando por mas de una hora entre los arboles y arbustos la misa explicaba la importancia del nacimiento de Jesús.
De regreso a la casa el aroma que provenía de la cocina, inigualable con otros alimentos, distinguían la masa fresca del amasijo típico de la navidad; galletas, mantecada, masato y pan casero acompañado de cocoa, hacían parte del festejo familiar, que completado con la carne del ovejo, reafirmaban, un día de navidad en el siglo XX.
Con tan solo siete años de edad Arcenio identificaba  la época navideña, como un evento familiar de oración y unión, que en la actualidad la define como diferente a una actualidad navideña que ha olvidado la pólvora, el amor y la tolerancia familiar.
Con 63 años de navidades inolvidables Arcenio no olvida aquellas costumbres de infancia donde primaban la fe y la tranquilidad; que adornada de pólvora animaban la noche del 24 a las 12 en punto.
Por:
Yuly Muñoz Buitrago